11/04/08

Una jeta insoportable?



¿Para qué quieres ser famoso si sólo vas a vivir unos cuantos años? ¿Qué caso tiene el reconocimiento, si apenas cumples treinta y ya comienzas a ver el fin del camino? Sé bien que vivir cincuenta años –quizás mucho menos- son suficientes para aburrirse o asquearse de los otros, pero no son bastantes para abandonar los deseos. Acostumbro decirle a mis amigos más jóvenes: “una de las ventajas de hacerme viejo es que casi todas las mujeres son más jóvenes que yo”

Me gustaría vivir doscientos años para verles los calzones a todas las mujeres del mundo. Y unos cien más para recordarlos. Y otros cincuenta para olvidarlos. Por mi parte continuo sin encontrar razones contundentes para que alguien se sienta halagado solo porque varios miles de imbéciles asocian su rostro a un nombre.

¡Hey chico! ¿Para qué carajos quieres ser famoso? Si supieras cuánto se odia en concreto a lo que parece amarse en abstracto. Si conocieras a cada uno de los hombres que se dicen tus admiradores te esconderías en la más obscura de las coladeras. Preferirías la compañía de las sanguijuelas a la de esos seres que libreta en mano van pidiéndote una firma, una sonrisa o un poco de tu semen.

Cuando uno admira a otro en realidad solo desea suplantarlo, estar en su lugar. Todos quieren ser cristos sangrantes. Si no fuera así jamás habrían existido tantas iglesias. Y si no quieren suplantarte sus miradas estarán llenas de envidia.

El famoso no sabe jamás qué hacer cuando alguno le declara su admiración. Su vanidad le impide responderle con una majadería, su odio le impide responderle con un abrazo. Cualquiera sabe que nuestros peores enemigos son quienes nos colman de halagos, pues tarde o temprano se presentarán para cobrarnos la cuenta.

¿Para qué quieres ser famoso si tienes una jeta insoportable? Apenas subes al escenario crees que eres diferente a los ratones que se bambolean amorosos bajo tus pies ¿No te has dado cuenta que son ratones y en cuanto tengan oportunidad roerán las sillas donde colocas tu famoso trasero? Y después se seguirán contigo: el más famoso de todos los ratones.

Quieres ser famoso, pero también exiges intimidad. Carajo: los hombres están siempre deseando obtener el máximo provecho. El carterista no se conforma con una buena cartera de piel. Quiere que además se encuentre rellena de billetes. También quiere que estos billetes sean de la más alta denominación. Dólares si es posible. Además, sueña robarse una cartera así todos los días. Y después desea intimidad. Quiere que todos se olviden por un momento que es un ratero para dedicarse a cultivar rosas en su apartado jardín.

Eso es injusticia. Si deseas ser famoso tendrás que masticar huesos frente a la mujer más hermosa, o hacer el amor enmedio de un grupo de camioneros borrachos. Sé que anhelas ser famoso porque eres pobre. O porque no tienes sino una mariposa perdida dentro de la cabeza. O porque un eunuco camisa blanca te negó un crédito en el banco. O porque tu licor no pasa de ser orina de gato. O porque a las mujeres les excita tirarse a los pies de los famosos.

Yo no deseo ser famoso. Incluso deseo pasar mis últimos años bajo un puente, esperando ver pasar limusinas de diez metros. Dinero he deseado a montones. Pero no fama. No puerca fama. Tampoco me atrae ser poderoso, para estos tiempos de impunidad y en esta ciudad con una pistola veintidós es suficiente.

Ser espectador es uno de los últimos recursos para quienes hemos fracasado, y que esperamos con ansiedad ver que todos empiecen a caer.

Guillermo Fadanelli

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