08/02/05

CULTURA Vs. (CONTRA)CULTURA

Esto es un remix de mi tema de tesis, invertí mucho tiempo haciendola así que deslicen su retina sobre los parrafos y decodifiquen el texto, pueden dejar sus comentarios dudas y sugerencias...

El siguiente apartado es una invitación a reflexionar sobre el tema de la contracultura. No ignoro que existen otros puntos de vista al respecto y discutirlos serviría para afinar los conceptos, definir los linderos y considerar el tema central. También se podría considerar, quiénes sí y quiénes no han participado en la contracultura, y en que nivel, lo cual sería definirla, y por supuesto, habría que seguir reflexionando sobre la incidencia que estos fenómenos han tenido en los procesos sociales y en la conformación de la naturaleza de la sociedad civil mexicana. Eso sí, estoy convencido de que, queriéndolo o no, la contracultura en México ha dejado efectos visibles, que tienen significativos rasgos nacionales, y una definitiva connotación política.

La contracultura ha estado transformando el mundo desde los comienzos mismos de la humanidad, ha provocado el relajamiento de las costumbres y mayor permisividad de la sociedad actual, como explica Luis Racionero, el underground tiene una larga historia que se remonta a los orígenes de la humanidad y la contracultura vendría a ser solamente la “encarnación pasajera del underground en la década de los setenta”:

“El underground(…) es la tradición del pensamiento heterodoxo que corre paralela y subterránea a lo largo de la historia de occidente desde la aparición de los chamanes prehistóricos, la instauración del derecho a la propiedad, la transición al patriarcado y la invención de la autoridad y la guerra hasta nuestros días”: (Luis Racionero, Filosofías del underground, Ed Anagrama, 2003, México.)

La cultura oficial era (es) sectaria y elitista. La cultura no oficial no es considerada por los grandes manuales, pero es ineludiblemente cultura, e irrevocablemente arte. El pop art mostró que todo podía convertirse arte en las manos apropiadas: desde latas de conserva hasta cajas de embalaje. El punk llegó más lejos: todo ES arte lo haga quien lo haga, y no sólo lo realizado por la élite que quería vender el Pop. A partir de la revolución punk, las colecciones de libros de arte incluyen recopilatorios de anuncios publicitarios, de maquetaciones de página, de escenarios para conciertos. Hoy en día está prácticamente generalizado el sentimiento de que, si bien unas obras son más válidas que otras, todo es arte.

Sin embargo, hay quienes no distinguen entre underground y contraculturao leen con indiferencia no sólo estos términos, sino palabras como alternativo y marginal, de la misma manera en que para algunos esto es algo que debe tomarse en serio y para otros no dejan de ser banalidades de adolescentes tardíos o de tipos excéntricos, siguiendo a Racionero hace una diferenciación:

“Utilizo el término underground por ser màs amplio que el de contracultura. De hecho el término contracultura es una desafortunada traducción española del ingles “counter culture”. En inglés se diferencia entre “counter” y “against” es contra, en cambio “counter” significa contrapeso, equilibrar por compensación. En este sentido el término ingñés contracultura ignifica el intento de equilibrar la cultura occidental compensándola en aquellos aspectos cuya carencia está provocando su declive. En la traducción española la idea ha adquirido connotaciones de movimiento anticultural, de ir contra la cultura y no sólo (contra) los aspectos negativos de ésta”. (Luis Racionero, Filosofías del underground, Ed Anagrama, 2003, México.)

Existen diferentes organizaciones, bandas, activistas y “lideres de opinión” concientizadores que pretenden luchar contra el poder devastador de los medios masivos. Pero desafortunadamente, en su lucha generan muchos subproductos, algunos grupos difunden un mensaje contracultural y agresivo intencionalmente, otros sólo transmiten un mensaje y obtienen como respuesta una reacción de ese tipo. Pero los subproductos tienden a interpretar equivocadamente la información.

Las culturas no-oficiales (la subcultura, el underground y la cultura de masas), englobadas bajo el nombre común de contracultura poseen contenidos radicalmente diferentes a aquello a lo que la gente promedio está acostumbrada, aunque a veces la variación sólo sea de perspectiva sobre un mismo suceso o un mismo medio. Y los cambios no suelen ser bien acogidos.

La contracultura representa una identidad simbólica y una dimensión lúdica en tiempos y espacios concretos, en los cuales interactúan formas de socialización, implica discursos, formas de vestir, gustos, disgustos, formas de comportarse, expresarse; ser, intercambio de visiones y perspectivas que establecen relaciones con las cuales los jóvenes generan su autorreconocimiento.

Guillermos Fadanelli editor de la revista Moho describe la contracultura como “el conjunto de movimientos contra la institución y las estructuras de pensamiento dominante que se sucedieron durante los años sesenta en los Estados Unidos”. Se comienza a hablar acerca de la contracultura usando la palabra con un sentido más o menos vago y con el fin de orientar y administrar una mínima parte de lo que podría llamarse cultura subterránea. Los beat, los hipsters, los panteras negras, los motherfuckers, los punks son entre muchos otros, símbolos comunes de la mitología engendrada a partir de aquel movimiento. Contracultura en este segundo caso, dicen los libros de texto, se refiere casi exclusivamente a los sucesos de aquella década y por lo tanto el término es una referencia histórica. Esta contracultura, propia de una sociedad bien organizada, se constituyó como un movimiento porque tenía más o menos claro el rostro del enemigo. Según Luis Racionero, el adversario no era gratuito y se encontraba unido a la historia del pensamiento occidental:

La contracultura tenía como finalidad la lógica del racionalismo científico. Por otra parte, el ánimo gris de la posguerra y las miserables incursiones de los Estados Unidos en países de la periferia in- fluyeron negativamente en los sectores más sensibles de la sociedad. Cambiar el discurso racional por el alfabeto de los sentidos e instaurar un gobierno socialista fueron las premisas fundamentales de la contracultura norteamericana. En la contracultura se reproducen los signos de una cultura subterránea, ajena a las ambiciones de la llamada contracultura, obras que probablemente se mantendrán alejadas de los modelos de calidad tejidos en la historia de la cultura y que habrán de representar una especie de sensibilidad sin sindicato a expresiones que no requieren ser agrupadas, revisadas, colocadas en ningún ramal genealógico: sus efectos no parecen requerir la aprobación del experto en cuanto no aspiran a ser asimiladas o utilizadas en nombre de ninguna finalidad. Y aunque nosotros podamos ver en ellas reiteraciones históricas y traspies estéticos, sería difícil negar que en el cuerpo de esas infinitas ramificaciones, se encuentra en su estado natural, el ejercicio más sencillo de la cultura. Es en esas legiones de autodidactas donde se cultivan estéticas no depuradas, se producen obras que no dejan huellas visibles en la historia, fragmentos de discursos que al ser separados del tronco adquieren matices divergentes, significados ambiguos.

En México no ha existido una contracultura, pero sí una cultura subterránea. La dispersión y la falta de homogeneidad de algunos sucesos de los años sesenta y setenta, no logran sostener ningún referente sobre la contracultura. En cambio, sí es posible hablar de un underground y un espacio en el que la cultura se escapa de las riendas históricas. La conversión de la ciudad en un territorio carente de dogmas civiles, la masificación de la tecnología y el efecto de los medios de comunicación sobre los hábitos culturales han dado lugar a una cultura subterránea, caótica y desorganizada. Pero en un sentido más amplio, la contracultura vendría a jugar el papel de contrapeso de la cultura, a constituirse como su oposición natural para en complicidad, estimular el movimiento que da lugar a su evolución. Así, la contracultura aspira -y ese es el espíritu que la anima- a ser cultura, a reemplazar los viejos modos de producir bienes estéticos por nuevos, a poner en tela de juicio las formas instituidas de comprender y reproducir la cultura con la intrínseca finalidad de renovarlas. No es gratuito que Mario Maffi refiriéndose a la cultura underground, la defina como un movimiento de solidaridad en contra del sistema capitalista.

No creo que contracultura y underground signifiquen lo mismo, el primero es un término político, interesado y marcado por la conveniencia social; la counter culture encarna perfectamente en una figura dialéctica, en esa otra parte sin concurso de la cual el Espíritu del mundo jamás podrá realizarse y la cultura occidental carecería de impulso para impo- nerse. "Como el embrión en la naturaleza, también el Espíritu, después de haberse hecho otro, retorna a su unidad". (Hegel). Siento gran desconfianza por una idea semejante de contracultura, creo que es superficial, manipulable y deja intactos los mecanismos a partir de los que la cultura occidental avanza. En este sentido prefiero la noción de cultura subterránea o underground. En parte porque representa no una estrategia ni un movimiento, sino una geografía compleja y en gran medida impenetrable, porque allí se encuentran las grietas, las oquedades, los pliegues, el cuerpo real de la cultura no su discurso ni sus síntomas. No la capa superficial, sino el movimiento producido en la oscuridad y ajeno a su promoción como modelo. Allí donde un infinito número de obras circulan estimulando la sensibilidad de pequeños grupos locales, apareciendo y desapareciendo sin que los ojos del historiador reparen en ellas, allí en ese espacio hay un conjunto de expresiones heterogéneas indiferentes al movimiento dialéctico de la cultura, a su impulso y su dirección. Un ejemplo de ello sería la gran cantidad de bandas que tocan punk rock alrededor del planeta en diferentes idiomas y con diferentes contextos que poco o nada tienen que ver entre sí pero utilizan la música como medio de expresión para dar salida a sus inquietudes, por más sosas o políticamente correctas que sean.

En palabras del que es considerado uno de los padres de la contracultura en México, Rogelio Villarreal explica la funcionalidad del paradigma contracultural “La contracultura debe ser ofensiva, agresiva, burlona, irónica; debe tratar de todo tipo de aspectos ásperos y rudos. Porque en el momento en que pierden todas esas características deja de ser contracultura y se convierte en una versión oficial de la cultura, de esa que padecemos en las universidades, en la televisión y el cine. En el momento en que yo decida no publicar comics, dibujos, textos y fotografías agresivos, sin albur, eliminando las malas palabras, entonces ya valió madre.”
Dentro de las sociedades urbanizadas contemporáneas se gestan grupos subculturales, contraculturales o underground al margen de la cultura “oficial” por decirlo de alguna manera pero por otro lado este tipo de movimientos han sido difundidos masivamente gracias al uso de los medios masivos y las nuevas tecnologías. Los destinatarios de este tipo de información decodifican una versión light, diluida y hasta distorsionada de este tipo de movimientos juveniles, lejos de la ideología y valores que emergieron con ella y fijando su atención en lo meramente comercial, lo lucrativo.

A modo de intento de concepto Villarreal responde a la cuestión ¿Qué es la contracultura?: “A mí no me gustaría caer en una definición hecha de contracultura. La contracultura puede entenderse como aquello que se opone a toda forma de convención social o de conservadurismo, a todo lo establecido que permanece inmutable o incambiable. La contracultura puede ser cualquier manifestación artística que se oponga a los parámetros establecidos por el consenso social.

El término contracultura es la denominación que se le dio al hecho de manifestarse culturalmente contra un sistema opresor en algún sentido ya sea en general o en particular.
Pero el concepto más apropiado, real, concreto, completo y con el cual trabajaré en la investigación es el de José Agustín que dice:

“Es toda una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. Y por cultura institucional se da a entender a la cultura dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente enajenante, deshumanizante, que consolida al status quo y obstruye, si no es que destruye, las posibilidades de una expresión autentica entre jóvenes, además de que aceita la opresión, la represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder, naciones, centros financieros o individuos” (José Agustín, la contracultura en México, Ed Grijalbo,1996, México.)

En la contracultura el rechazo a la cultura institucional no se da a través de militancia política, ni de doctrinas ideológicas, sino que, muchas veces de una manera inconsciente, se muestra una profunda insatisfacción. Hay algo que no permite la realización plena. Algo que esta mal y que no deja ser. Ante tal situación la contracultura genera sus propios medios y se convierte en un cuerpo de ideas y señas de identidad que contiene actitudes, conductas, lenguajes propios, modos de ser y de vestir y en general una mentalidad y una sensibilidad alternativas a las del sistema; de esa manera surgen opciones para una vida menos limitada. Y por eso la contracultura también se conoce como culturas alternativas o de resistencia.
De ninguna manera se trata de una subcultura, pues ni remotamente esta por debajo de la cultura; podría no conformarse con ella pero siempre se trata de fenómenos culturales.
Por lo general a la cultura institucional (el sistema) le repele profundamente todo lo que sea contracultura, porque esta le muestra carencias evidentes y denuncia, a pesar de que a veces no se lo proponga, la enfermedad cada ves mas grave de las sociedades manipuladas y sojuzgadas por centros de poder económico, político y cultural en todo el mundo. Y por ello la contracultura es un fenómeno político e histórico.
Posiblemente el fin de la contracultura es llegar al gran mercado, no debemos casamos con una concepción romántica de la contracultura, ni pretender que esté siempre ahí en el fondo. Una estrategia de la contracultura para sobrevivir, es mezclarse con el gran mercado; es un camino natural y no debe cuestionarse.

La contracultura mexicana es muy débil y muy fragmentada, no creo que sea un contrapeso a la cultura oficial. La contracultura debe seguir haciendo todos los esfuerzos posibles, en el sentido de cuestionar, criticar, burlarse; de manifestarse en contra de toda esa manera de vivir, de hacer política y de concebir a la sociedad y a la cultura; cultura entendida como algo bonito, elegante, erudito; nice. Así, la contracultura propone otra visión de la cultura, es decir, expone a la cultura como algo más cotidiano, más desgarrado, más intenso, más honesto.

Actualmente el punk como música y movimiento contestatario ha perdido ya demasiado de su significado antisocial y de denuncia, gracias a la difusión masiva de los medios de comunicación transformaron y domesticar la ideología contracultural para convertirla en objetos de consumo.

Unas cuantas familias de empresarios dominan los hábitos, costumbres creencias valores e ideales de la humanidad. Inventan necesidades absurdas, imponen ideas autodestructivas y convierten a cualquier individuo pensante en un miembro pasivo y obediente de la sociedad consumista.

Fuentes:
Luis Racionero, Filosofías del underground, Ed Anagrama, 2003, México.
José Agustín, la contracultura en México, Ed Grijalbo,1996, México.
Moho, número 16, febrero 2002
Generación, número, 11, tercera época, enero-febrero de 1997
Cuadernos de contracultura, número 3, México 2004

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como que nadie sabe poner comentarios maik, nomas le dan en donde viene el numero de comentarios y hasta abajo está la opcion "post a comment"

Anónimo dijo...

ya se post a comment!!! yujuuuu
eeels